Síndrome Ulises

        Emigrar no es una decisión que sea fácil de tomar y que tiene muchas más implicaciones que las puramente económicas y sociales, evidentemente a nivel emocional y relacional se da una complejidad de situaciones que hacen que la problemática individual y familiar a la que se ve sujeto una persona inmigrante sea difícil de analizar y superar, por ello es importante conocer su situación y sus vivencias antes de analizar desde el miedo las supuestas desventajas que tenemos al ser ahora mismo un lugar receptor de la inmigración.

            Si bien no estoy muy de acuerdo con la tendencia actual de los profesionales relacionados con la salud mental de buscar nombre y catalogar a todas las emociones humanas encuadrándolas en un sinfín de síndromes, si es cierto que en las personas inmigrantes se dan una serie de factores emocionales relacionados con su proceso migratorio que coinciden con lo expuesto en este síndrome, que de paso seria interesante decir que la existencia del mismo puede ser facilitadora a la hora de catalogar y poner de relieve una serie de factores que nos ayuden prestar un mejor apoyo a estas personas, pero que debemos de alejarnos de la tendencia a encasillar a las personas bajo un síndrome y olvidarnos de la especificidad de su personalidad y circunstancias concretas.

            El síndrome de Ulises viene caracterizado principalmente por un estrés crónico y múltiple, no tiene que ser muy difícil ponerse en lugar de estas personas y entender este proceso ansioso por el que están pasando, ya que han dejado a su familia y su medio para enfrentarse a un lugar desconocido, con costumbres desconocidas y sobre todo al principio de su llegada a unas condiciones económicas y sociales mucho más precarias que las que en su país de origen originó la idea de emigrar, eso sin contar que tienen que hacer frente a todo ello sin una red social básica de apoyo que sirva de sustento a las diversas vicisitudes que se irán encontrando en el camino.

            Por ello existen cuatro factores vinculantes destacados a la presencia de este fenómeno, que a mi juicio se da en toda persona que emigra, pero que dependerá de su capacidad, de su resiliencia y de cómo se vayan organizando sus condicionantes económicos, laborales, sociales y de reagrupación familiar, la superación con mayor o menor facilidad del mismo. Esos factores son: un sentimiento profundo de soledad, de fracaso, de miedo y a su vez un sentimiento profundamente arraigado de lucha por sobrevivir.

            El arraigo a un lugar y sentirse parte del sitio donde vives en una experiencia de importancia vital para cualquier ser humano, que los inmigrantes se ven despojada de ella y que por tanto redunda en ese estrés, no llegan a sentirse parte del país acogerte y en los casos que existe un retorno a su país de origen no se ven del todo parte de ese lugar que un día dejaron y que no reconocen dados los cambios sufridos.

            A eso se le une las mil y una peripecias que tienen que vivir para conseguir una fuente estable de ingresos que les permitan acceder a unas condiciones mínimas de vida, buscando en muchas ocasiones solamente la supervivencia ya que no se plantean más cosas por el principio, ya que el proceso de conseguir los papeles y con ello su situación de legalidad es sumamente duro, por la presión y la serie de negativas que van viviendo.

Iris de Paz

 

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