Prevención del racismo en los menores.

El racismo puede que sea uno de los problemas más graves que tenemos en nuestra sociedad su análisis no es cosa de un solo día ni de una sola reflexión, ahondar en sus raíces y en los daños que ocasiona es una de las maneras de poder alcanzar una solución.

                Es interesante la distinción que en algunos libros sobre la materia hacen, donde dejan de hablar en términos generales de racismo y xenofobia para pasar a hablar de actitudes racistas y xenófobas, me parece interesante remarcar esta distinción por que puede facilitar las creación de estrategias para evitar estas conductas, ya que nos permite centrarnos en algo más fácil de “atacar” y delimita de una manera más clara un posible campo de actuación.

                El trabajo principal para erradicar este problema tiene que venir desde los centros educativos, si se revisa con detenimiento la literatura a este respecto en su gran mayoría se centran en los menores como objetivo diana para implantar acciones y actividades, no quiere decirse que la población adulta se dé por perdida pero si es evidente que es más fácil erradicar las actitudes negativas a temprana edad.

                En los centros educativos se puede realiza un trabajo fundamental basado en el fomento de juegos de cooperación, los cuales ayudan a fomentar el desarrollo de hábitos sociomorales positivos, el incremento de la comunicación dentro del grupo y las conductas de ayuda- cooperación, así como la reflexión sobre el impacto de la conducta en los sentimientos del otro.

                Puede resultar interesante y positivo trabajar con los menores la interacción cooperativa pero no sólo en los centros educativos sino en las actividades extraescolar y deportivas como alternativa más positiva que la competitividad, a su vez puede crearse escuelas de padres gratuitas donde se enseñara y capacitara a los padres a fomentar estas actitudes en los niños, de manera que pudieran tener un desarrollo coherente en los distintos ámbitos implicados en su formación y educación.

                Existen numerosos estudios que ponen de manifiesto la efectividad de las actividades cooperativas, teniendo efectos positivos en un amplio abanico de variables sociales que incluyen la comprensión del otro, conductas de ayudar y compartir, justicia distributiva, atracción interpersonal, actitudes interraciales, mutuo respeto, preocupación entre iguales y tendencia a cooperar con otros fuera de la situación de aprendizaje (Aranson, Brigdman y Gefner, 1978; Johnson y Johnson, 1978; Sharon, 1980; Slavin, 1983).

                Desde mucho tiempo atrás se viene investigando cómo podemos influir en la educación de los menores para poder reducir las conductas racistas, resultan interesantes investigaciones realizadas en Estados Unidos en la década de los 80, las cuales plantean que la interacción interracial incrementa la tolerancia y la aceptación racial, utilizan los juegos cooperativos con la intención de promover con ellos esa aceptación racial.

                 Me parece también sumamente interesante lo aportado por Garaigordobil, el cual  en su trabajo con niños/as llega a unas consideraciones importantes y que pueden avalar la efectividad de llevar a cabo programas de intervención con menores basados en juegos cooperativos como medida de prevención de actitudes racistas; estas consideraciones podrían resumirse en cuatro:

  1. Los juegos cooperativos son un medio eficaz para introducir a los niños/as en los conceptos y actitudes relacionados con el cooperar y compartir.
  2. Los niños, incluso los más pequeños, son capaces de cooperar y compartir si se animan y apoyan sus gestos naturales de dar.
  3. Estas actividades lúdicas estimulan actitudes vitales, que facilitan el control de la tensión y la mejora de habilidades de comunicaciones y favorecen la autoaceptación.
  4. Consecuentemente facilitan la integración grupal de los niños/as que por diversas razones muestran dificultades para la interacción social.

En mi opinión el trabajo debe centrarse en las edades más tempranas para que desarrollen la tolerancia y el concepto de cooperación como algo habitual en su conducta, y deberá irse trabajando a lo largo de su evolución, durante todo el proceso educativo como temática transversal pero totalmente necesaria y diaria, quizás pueda darse un “contagio” de actitudes de los menores hacia los adultos, así poder ir teniendo más herramientas para trabajar y reducir un tema que no sólo produce conflictividad social sino que reduce el desarrollo de una sociedad y de sus individuos.

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