Reflexiones sobre la aproximación al Trabajo Social con familias

El texto sobre el Trabajo Social con familias de Isabel Ramírez de Mingo de la Universidad Complutense de Madrid, me resultó bastante interesante y me ayudó a reflexionar sobre varios aspectos que se expresaban en él.

Para empezar se recalca en varias ocasiones un aspecto que para mí es vital en cuanto a la forma de entender el trabajo social y que define cómo debe ser y hacia dónde debe ir encaminado el ejercicio de la profesión y para explicarlo señalo una frase textual del texto y es que la función del trabajadora/a social es la de «movilizar recursos personales y sociales para que recuperen o adquieran capacidades para vivir de una forma más satisfactoria y autónoma». Esta frase para mí es casi como una declaración de principios profesionales y da en poco espacio varias claves básicas, para empezar el trabajador/a social debe movilizar los rercursos, esto es básico, y nos ayuda a quitarnos de la mente ideas que tanto desde dentro de la profesión como desde fuera se tienen, y es que el trabajador/a social no es salvador de nadie, no tiene la varita mágica para cambiar las cosas ni tiene en su mano el poder ni la decisión de resolver una situación, su principal misión es movilizar, detectar los recursos tanto internos como externos de la persona, darles una prioridad y hacerlos visibles, ya que en ocasiones la situación personal o social por la que está pasando la persona es tan complicada que dificulta el poder verlos., asimilarlos y darles el uso adecuado, para que adquieran capacidades y quizás lo más importante para que recuperen otras capacidades, y esto significa hacer hincapié en el valor personal, en el reconocimiento de la valía y de las capacidades de las personas para tomar el timón de su vida. Estamos en una sociedad en la que reconocer el valor de las personas y sus capacidades está en desuso, más cuando hablamos de personas en situación de exclusión social, nos dejamos llevar por las apariencias y por sus carencias y creemos que la persona no tiene las posibilidades y capacidades de cambiar su situación y ni siquiera tiene el mismo valor que otra persona ajena a esa situación, los/las trabajadores/as sociales no sólo deben alejarse radicalmente de este tipo de conductas y pensamientos sino que tienen que hacer una labor educativa a nivel social para concienciar a la sociedad de la valía y posibilidades de estas personas. Esta labor educativa es un compromiso social y profesional que debe asumir el trabajador/a social no solo en su ámbito laboral sino en el personal.

Otro aspecto que señala es que la intervención debe tender a conseguir que la persona o la familia pueda llevar   una vida más satisfactoria y autónoma. Lograr la autonomía personal y familiar debe ser uno de los objetivos principales de la intervención, evitando a toda costa la dependencia de los servicios sociales y la cronificación de las situaciones. Para ello siempre se debe tener en mente lo dicho en el párrafo anterior y es que la persona tiene la capacidad por sí misma de modificar su situación, de buscar alternativas y de vivir de forma autónoma, no somos salvadores de nadie, somos un vehículo, una herramienta para que la persona llegue por sí misma a la solución de sus problemas.

Para lograr estos objetivos es importante que la intervención del trabajdor/a social tenga un carácter globalizador e integrador, las personas y sus situaciones sociales no se pueden  parcializar, los aspectos personales y las problemáticas sociales son interdependientes, y están contínuamente influyéndose y retroalimentándose y por tanto modificándose, ya que la realidad es dinámica y compleja, esto no quiere decir que deba intervenirse en todos los aspectos a la vez, ya que es muy importante respetar la necesidades y ritmos de las personas, pues en ocasiones aunque nosotros podamos ver que hay un aspecto relevante a intervenir la persona o la familia no está preparada para abordarlo y forzar la situación puede ser perjudicial para el objetivo.

Un aspecto que no me gustó es que utiliza el término tratamiento en uno de los párrafos. No encuentro mucho sentido utilizar este tipo de terminología asociada al Trabajo Social, ya que es una asimilación de conceptos médicos y éstos ponen una barrera diferenciadora entre el profesional que planifica un tratamiento y el paciente que lo recibe, sin decidir sobre él. Desde este concepto hablar de autonomía y fomento de la capacidad y decisión personal queda un poco confuso, la persona nunca debe identificarse con la figura del paciente, con la pasividad que da darle el poder a otro para decidir sobre su propia vida, y el trabajador/a social nunca debe permitirlo aunque en ocasiones parezca una opción más fácil. El individuo y la familia debe ser la parte principal y activa, debe ser el actor y director de su propio cambio, pasando el trabajador/a social a ser un ayudante, una herramienta para conocer y alcanzar nuevas estrategias y perspectivas.

En cuanto a las herramientas que puede utilizar el trabajador/a social una de las más importantes que posee es la de ejercer la función de clarificar y apoyar a la persona/familia, ésta es una tarea importantísima, ya que a veces es sólo eso lo que necesita la familia, con esta función bien ejercida se le abren oportunidades y visiones y podemos dejar que la familia de forma autónoma movilice sus propios recursos y modfique su situación hacia el lugar que considera más apropiado para ella.

En el texto se hace mención a la técnica de controlar y ejercer autoridad, ésta es una técnica que debe evitarse, ya que impide compagiinarla con el principio de autonomía que estamos persiguiendo. Buscar la manera de incentivar la motivación intrínseca y extrínseca, puede ser  algo más positivo y con mejores resultados.

Es evidente que toda la reflexión que hagamos a la hora de diseñar estragias de intervención, tanto sea de casos como de familia o comunidad, debe ir de la mano de la reflexión ética y de los principios que entendemos sean vitales para el correcto desarrollo de nuestra profesión y darle a la persona el mayor nivel de coherencia y responsabilidad profesional que seamos capaces de alcanzar, puesto que esto es garantía de calidad de la intervención y por tanto facilita que el apoyo a la familia para la resolución de sus conflictos sea más eficaz.