Síndrome de Münchausen

Existen una serie de problemas emocionales o trastornos mentales, según el caso o definición, que siempre me han llamado la atención por su implicación a nivel social, ya que no sólo tienen efectos médicos y psicológicos en la persona que los padece sino que generan una serie de condicionantes sociales tanto a la persona como a la familia que pueden ser origen de otras dificutades y problemáticas a nivel social, como son el aislamiento, la pérdida del trabajo y con ella la desestabilidad de ingresos de la unidad familiar, la desestructuración familiar, etc. Por eso es importante dentro de la formación de los trabajadores sociales tanto en su proceso formativo para llegar a ser profesionales como parte de una formación continua durante el ejercicio profesional, la investigación y conocimiento de este tipo de problemas, sus causas, sus sintomas y consecuencias, ya que si bien el trabajador social suele formar parte de un equipo multidisciplinar en el que existe la figura del psicólogo/a, es necesario el conocimiento de estos aspectos para poder llegar a una mejor comprensión de las situaciones sociales que viven las personas a las que se quiere ayudar y favorece también el proceso de coordinación del equipo y favorece por tanto la calidad del servicio que aporta este equipo.

El Síndrome de Münchausen es un tarstorno psiquiátrico, que se caracteriza por inventar y fingir dolencias para llamar la atención de médicos o familiares, tiene como una especie de derivado, que sería el Síndrome de Mínchausen por poderes, en el cual el adulto provoca enfermedades sobre el niño/a que está bajo su control, esto es entendido lógicamente como una forma de maltrato, por eso es muy importante para aquellos profesionales que trabajen en el ámbito del menor, en la detección de posibles situaciones de riesgo su identificación, por que puede darnos una pista sobre lo que está pasando dentro de esa unidad familiar y poder poner en marcha los mecanismos necesarios para la protección del menor.

El principal rasgo que podemos observar dentro de la dinámica familiar que nos puede llevar a plantearnos la posibilidad de un síndrome de Múnchausen por poderes es que el niño/a tenga constantes ingresos hospitalarios sin poder llegar a un diagnóstico claro, además en estos ingresos la madre se suele ser muy colaboradora con el equipo médico y estar siempre pendiende del niño/a exagerando incluso los cuidados en referencia a lo que comúnmente suele ser habitual. Es probable que el/la trabajador/a social por su contacto más directo y constante con la familia vea primeramente este indicador, por lo que es un aspecto que no debe ser pasado por alto sino que debe ser llevado al equipo multidisciplinar con el fin de analizar este aspecto y el psicólogo/a pueda valorar los criterios técnicos propios de su profesión la existencia o no de este síndrome, y en el caso de que sea constatado el mismo pueda el equipo modificar sus estrategias de intervención familiar.

La intervención sociofamiliar en este caso debe ir encaminada a la disminución de los efectos perjudiciales en el menor de esta conducta de los adultos, debiendo hacerse primeramente una valoración racional y técnica de todos los indicadores que se están dando en la familia por si es necesario la aplicación de alguna de las medidas del sistema de protección del menor como la retirada del mismo de su unidad familiar, ya que la intervención principal debe ser la de proteger al niño/a para después empezar la intervención psicológica y social de la madre/padre y de la unidad familiar para buscar la reintegración del menor en su unidad de convivencia natural.

Las implicaciones sociales del adulto que sufre este síndrome son variadas y quizás no puedan ajustarse sólo al síndrome, sino que podrían ser entendidas como las «normales» de cualquier problema emocional que puede producir un desajuste convivencial o social, normalmente la madre/padre dados los constantes ingresos hospitalarios no pueden mantener el trabajo, por lo que deriva en una disminución importante de ingresos que dificulta la economía familiar y puede llevar a la misma a una situación de inestabilidad que puede incluso ser grave si no es posible que ambos miembros de la pareja conserven el empleo, caso que suele tener una mayor gravedad o dificultad en el caso de las familias monoparentales. Por tanto nos podemos encontrar en una situación de desempleo, con dificultad para la inserción laboral y social y con problemas económicos que dificulten la satisfacción de las necesidades básicas del menor y de su familia.

Asimismo puede haber una sobrecarga de las redes familiares extensas que en ocasiones puede llevar al deterioro de la misma, por lo que un aspecto de crucial importancia a la hora de trabajar con la familia y que puede ser un elemento fundamental para que ésta solucione sus problemas queda agotado e «inutilizado» por consecuencia de aspectos colaterales del padecimiento del síndrome por parte del adulto, por lo que es importante una vez diagnosticado éste y como parte del proceso de intervención familiar trabajar con la familia extensa para el conocimiento de este síndrome y las causas y consecuencias en relación con el menor de cara a aumentar las garantías de protección del mismo.

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