Marchioni, te vas, pero te quedas para siempre

Este 20 de marzo de 2020 lo recordaré como el día en que profesionalmente perdí un referente. Ayer por medio de las redes me enteraba que Marco Marchioni había fallecido. Lo cierto es que me embargó un profundo pesar, como si de la pérdida de un familiar se tratara a pesar de que lo vi personalmente en una ocasión y después el contacto había sido esporádico y virtual, pero marcó en mi ser desde el principio de mi formación una huella importante que todavía permanece en mi quehacer profesional.
Con sus libros aprendí que la verdadera esencia del Trabajo Social está en el barrio, que es el Trabajo Social comunitario el que puede establecer las verdaderas diferencias respetando la autonomía y libertad de las personas. Cuando la vida y mi esfuerzo me colocó en una Administración Pública y vi deshacerse todos los ideales de intervención que poseía, volví a recurrir a él y aprendí que no hay razón alguna por la que no seguir luchando. Que la vía comunitaria debe seguir siendo la clave y por ello hay que seguir insistiendo. Y mientras se consigue el cambio se pueden dar pequeños pasos, conectando en la intervención a la persona con su familia y comunidad, guiando hacia la toma de decisiones libres, facilitando la posibilidad de ser dueños de su propio destino. Pero siempre batallando por el cambio. En aquel momento en que tomé consciencia de que la Administración era un monstruo avasallador y que me alejaba de mis ideales, justo en el momento en que la idea fue clara para mí y estaba a punto de abandonar, su influencia me llevó a decidir seguir adelante y luchar desde dentro por el cambio social y real y por que las personas fueran el centro de la intervención y de las políticas sociales.
La utopía posible fue su primer libro que llegó a mis manos cursando primer curso de mis estudios de Trabajo Social, sigue siendo mi libro de cabecera y recurro a él esos días en los que la burocracia y las limitaciones me asfixian tanto que me hacen caer en el desánimo y dudar de la elección profesional. Y es que la sencillez de su método, la claridad de su exposición y su capacidad de lucha incansable reflejadas en cada párrafo son una guía en esos momentos.
Comunidad y cambio social fue el siguiente en caer en mis manos, en él busqué una dirección ya que hablaba de las distintas administraciones y organismos y como éstos podrían influir y crear cambio social. Nunca he dudado que una de las metas principales del Trabajo Social es el cambio social, y ser un mero bastón en manos de la sociedad en el que apoyarse. Siempre compartí con él la idea de que nosotros no somos los que ejecutamos el cambio. Son las personas, en su trabajo conjunto y decidido quienes logran modificar las estructuras y superar los obstáculos para ello somos partícipes, acompañamos en el proceso y respetamos los tiempos y decisiones. Respeto de tiempo, decisiones, libertad de acción… conceptos tan valiosos pero tan denostados dentro del entramado directivo y rígido que suponen las instituciones.
Gestión integrada de políticas sociales o De política abece democracia no recuerdo cual de los dos leí primero, pero lo cierto es que siempre he compartido con él la visión política de la realidad y la importancia de que la ciudadanía sea partícipe de la política diaria. Una vez en uno de sus artículos y después en una conversación virtual le capté su idea de que el Trabajo Social es política, y en realidad que cualquier decisión de las personas que modifique su vida o su contexto lo es. La política es necesario entenderla más allá de los partidos, es una forma de vida, una manera de comprometerse con la realidad y crear los cambios que tanto ansiamos.
Siguiendo fiel a mis obsesiones me leí Cambio social y participación, Marchioni aunque rondara los mismos temas nunca repetía, siempre iba más allá, profundizaba en conceptos y adaptaba su visión de la participación a la realidad del momento, por eso también tuvo en cuenta las redes sociales e internet en su pensamiento a la hora de articular formas nuevas de participación. Tanto en sus libros como en sus artículos se observaba ese ir al fondo de los conceptos sin alejarse un ápice de la realidad de la calle con la que nunca ha dejado de estar conectado.
El último libro que empecé a leer y que por el corre a corre me quedé a la mitad pero pienso recuperar es Comunidad, Participación y Desarrollo. No lo he terminado pero puedo recomendarlo con la fe nada ciega con la que lo he seguido.
Yo no soy de fe ciega ni de admiraciones locas, lo he seguido por que comulgo con su pensamiento y por que fue el primer autor que supo poner en palabras lo que mi sentido común me decía. Me ha servido para crecer profesionalmente, para avanzar y para salir de atolladeros vocacionales que tan duros se vuelven a veces.
Hoy despido con este artículo a un referente, con el alma triste pero con la alegría de saber que siempre podré regresar a sus reflexiones y que una parte del concepto ético profesional y de la idea del Trabajo Social como verdadero motor para el cambio con la gente sigue vivo en mí y seguirá marcando mi linea de trabajo siempre.
El día que sienta que me he alejado, que no creo en el poder de la gente, que no trabajo para que la gente sea libre y autónoma. Ese día que sienta que el horizonte se ha perdido y no lo puedo recuperar. Ese día, abandonaré esta profesión. Pero espero seguir siendo fiel a la ética y al Trabajo Social con mayúsculas hasta el fin de mis días como hizo él.

Iris de Paz
Trabajadora Social

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