Festejando la Justicia Social

                Cuando escucho el concepto Justicia Social se crea en mí una mezcla difícil de explicar entre lo cognitivo, lo emocional, lo pasional y lo vocacional. Este concepto está muy arraigado en mis pensamientos mucho antes de que existiera en mi vocabulario y se manifiesta como una pulsión interna hacia la búsqueda del equilibrio. Es la expresión de la creencia firme de que las personas pueden moldear el mundo que les rodea para que sea mejor, para que todas y todos tengamos cabida, para que todos los seres humanos puedan partir con las mismas posibilidades para desarrollarse independientemente de donde han nacido. Hablo de justicia social y muchos me tachan de utópica, de no tener los pies en el suelo, de vivir en un mundo de fantasía. Pero nada más lejos de la realidad, soy consciente de todo el camino que queda, de la dureza de cada paso, de que no depende de mí sola, de que es probable que no lo vea materializado. Mas, con cada reproche por mi supuesta utopía me cargo de más razones y energía para alcanzarla. Por que sé de buena tinta que hay más personas creyendo y trabajando en ella, y no es una suposición ni una idea lejana, son seres humanos que tengo cerca, que puedo tocar con las manos, que los veo luchando por un mundo mejor; pero también los hay lejos y a pesar de la distancia sé de su existencia por que en muchas ocasiones trabajamos juntas para alcanzarla. Somos parte de ese grupo de seres que utilizan las redes sociales para crear, compartir, mejorar y alcanzar objetivos comunes. Somos parte de ese grupo, que deseamos esté en expansión, de seres que creen en las semejanzas y en la justicia.

                Hace ya muchos años elegí hacer de la búsqueda de la Justicia Social un estilo de vida, para ello decidí que la profesión que más me acercaba a ese objetivo era el Trabajo Social. Fue una intuición, pero no tardé en darme cuenta de que había acertado. Cuando empecé a estudiar, el espíritu “combativo” se fue reforzando a cada paso que daba, pero después la vida laboral supuso un “golpe” de realidad muy difícil de digerir. Ahí si fue necesario reequilibrar lo utópico del pensamiento con la estructura en la que me encontraba y las diversas situaciones en las que me movía. Es verdad, que en muchas ocasiones la esperanza se tambalea pero el objetivo se mantiene firme, al final del camino está la Justicia social, así caes y te levantas para seguir trabajando en ese fin último en el que tanto crees a pesar de que tienes que lidiar con la dificultad de entender que en pleno siglo XXI vemos personas que están totalmente desesperadas en su lugar de origen y se juegan la vida para emigrar a otro país que los encierra sin haber cometido más delito que querer lo mejor para ellos y sus familias. Que, en pleno siglo XXI me encuentro muy cerquita de mí personas que viven en unas condiciones infrahumanas y que no pueden acceder a una vivienda digna, y yo sigo ahí luchando por ellos desde el gran monstruo de la Administración Pública, intentando que este no me coma a la vez que busco recursos inexistentes y que cada vez se alejan más de las necesidades reales de la población. En pleno siglo XXI sigo observando desigualdades importantes, niños y niñas que nacen en familias sin recursos, con unos padres sin empleo y sin nivel educativo suficiente para ayudarles, que pueden tener o no necesidades educativas especiales y que se encuentran con una educación pública que no es de la calidad que debería ser por que llevan años abandonandola y infradotandola, lo cual  hace que dependan de la buena voluntad del maestro que les toque el tener a su disposición los medios educativos necesarios para saltar esa barrera y poder acceder a otras condiciones de vida en el futuro. En pleno siglo XXI continúan existiendo hombres que matan a mujeres por que las creen de su propiedad, que les niegan sus derechos. Adolescentes que le dicen a su pareja cuan corta debe ser su falda, que la espían, que las acosan y que las agreden y porque todavía no existe una igualdad real. En pleno siglo XXI existen todavía, mayores que mueren solos en sus casas, abandonados, con un final de vida totalmente indigno o personas con diversidad funcional encerrados en una casa por que no tienen los medios económicos suficientes para eliminar barreras, porque la Ley de Dependencia se oye pero pocas veces se ve materializada.

                En pleno Siglo XXI, cuando ya esperaba ver tantas cosas superadas me enfrento a la triste realidad que supone saber que la justicia social está muy lejos. Por eso me desprendí sin miedo del velo de la utopía que marcó los impulsos de esa estudiante de Trabajo Social que quería un mundo mejor, para salir a la calle cada día sin ninguna venda en los ojos, mirando cara a cara la realidad, superando el dolor, la pena y el cansancio para luchar con tesón con las herramientas que nos brinda el Trabajo Social por la Justicia Social. Una Justicia que sé que llegará algún día y que nos acercará a aquellos seres humanos que hoy la indiferencia y el maltrato de otros nos aleja.

                Un año más, un 20 de febrero más, no me importa celebrarte, aunque no hayas llegado por que sé que algún día festejaremos juntas. ¡Por que la Justicia Social sea una realidad ya!

El informe social: un documento muy nuestro

¿Qué somos y qué certificamos con nuestros actos profesionales? Esta es una de las preguntas que muchas veces se hace la ciudadanía y que tristemente, no se hacen los responsables públicos. No quiero diluir nuestra responsabilidad en el hecho, es cierto que desde el Trabajo Social nos ha faltado una mejor comunicación de qué somos, qué hacemos, cómo lo hacemos y cómo podemos ayudar a las personas y a la sociedad en general para superar las situaciones de injusticia y de exclusión social.

Trabajamos apoyando a personas, familias y comunidades para superar las situaciones de exclusión social y remover los obstáculos que les impidan una vida plena y en igualdad de circunstancias. Para ello usamos diferentes técnicas y conocimientos, propios y originales de la investigación y sistematización de la práctica del Trabajo Social así como conocimientos adquiridos por el contacto y estudio de otras disciplinas que nos permiten abordar la problemática social de una manera global, todo esto enriquecido con el trabajo interdisciplinar y en equipo que siempre ha sido un pilar importante.

Pero uno de los documentos técnicos específicos y propios que nos definen es el informe social. Siempre ha sido importante para nosotras como profesionales del Trabajo Social su defensa. La hemos realizado por un lado mejorando cada día y formándonos para hacer informes con mayor calidad y por otro lado dando a conocer lo que realmente es un informe social.

En medio de este proceso de potenciación de nuestra herramienta está patente nuestra preocupación perenne sobre que seamos entendidas como un medio para certificar la pobreza y dar “carnet de pobres”. Esta no es nuestra función. Nosotras no certificamos, nosotras analizamos e intervenimos con las personas para que ellos puedan salir de las situaciones de exclusión social, no tramitamos exclusivamente prestaciones y no nos anclamos en el ámbito asistencialista. Si bien, en momentos puntuales hay que ejercer una acción asistencial buscamos alejarnos por completo, dirigiendo nuestra acción hacia una intervención que facilite la integración y que empodere a las personas para ser actores de su propio cambio.

El informe social es un documento técnico específico de la profesión del Trabajo Social y que por lo tanto no puede ser expedido por otro profesional. Es parte de un proceso de análisis y diagnóstico de la situación y puede ser un paso previo a la planificación de la intervención. Tiene diversos apartados donde se recoge la situación económica, social, de salud, vivienda, laboral y formativa de la persona, así como la historia personal y familiar destacando que aspectos de estas áreas pueden estar influyendo en la situación actual de la persona y donde se encuentran los obstáculos para acceder a la plena inclusión en la sociedad. Estamos a su vez diagnosticando y preparándonos para diseñar con la persona las acciones a seguir. Si bien el informe social lo hacemos de manera aislada, el proceso de recopilación de la información, diagnóstico y creación del plan de intervención es mejor (a mi entender) realizarlo de manera participada con la persona o la familia.

Hacer un buen informe social necesita tiempo, son necesarias entrevistas personales y a veces familiares, aquí hay mucha variedad en función de para qué y para quién vamos a emitir el informe. Personalmente yo suelo realizar entre una y tres entrevistas a la persona pero además intento incluir entrevistas a otros miembros de la familia o de la red social básica de apoyo. Suele incluir también visita domiciliaria, y reuniones y contactos con recursos sociales públicos y privados que puedan haber tenido contacto con la familia y que puedan aportar información válida para entender la realidad, que generalmente es muy compleja. A parte de esto se realiza la consulta de documentación para corroborar ciertas informaciones como la situación laboral, los medios económicos para la subsistencia, la situación de salud, el rendimiento escolar de los menores, etc. En definitiva, no es un simple papel que se pueda rellenar en dos minutos, es todo un proceso de trabajo que puede implicar unas 8 o 10 horas solo para recopilar toda la información que nos permita después redactarlo poniendo para ello en acción todo nuestro conocimiento, creatividad y capacidad lingüística ya que para plasmar en un documento todos los detalles que se pueden observar en el proceso es complicado.

Por eso cuando se dice que para sustituir una documentación específica se solicita un informe social se está desvirtuando el documento en sí y nuestra profesión. Nosotras no certificamos el desempleo ni los bajos recursos económicos, eso lo podemos obtener desde la Seguridad Social y desde Hacienda, nosotros elaboramos un diagnóstico y un plan para que la persona pueda salir de su situación con nuestro apoyo y acompañamiento en el proceso.
Desde el Trabajo Social luchamos incansablemente por mejorar nuestras herramientas, pero también por darnos a conocer y darles su valía. Es un trabajo constante, que requiere un esfuerzo individual y profesional pero también un esfuerzo comunitario, desde los organismos que como profesión tenemos para avanzar y conquistar espacios y derechos de la ciudadanía y profesionales. Recordando que seguimos esforzándonos por alejarnos de la beneficencia, que ha vuelto con fuerza en la anterior crisis y en la que quieren anclarnos en la crisis que ahora comienza, para acceder a un espacio de dignidad, derechos e inclusión en igualdad de oportunidades para toda la ciudadanía.

Iris de Paz
Trabajadora Social

Marchioni, te vas, pero te quedas para siempre

Este 20 de marzo de 2020 lo recordaré como el día en que profesionalmente perdí un referente. Ayer por medio de las redes me enteraba que Marco Marchioni había fallecido. Lo cierto es que me embargó un profundo pesar, como si de la pérdida de un familiar se tratara a pesar de que lo vi personalmente en una ocasión y después el contacto había sido esporádico y virtual, pero marcó en mi ser desde el principio de mi formación una huella importante que todavía permanece en mi quehacer profesional.
Con sus libros aprendí que la verdadera esencia del Trabajo Social está en el barrio, que es el Trabajo Social comunitario el que puede establecer las verdaderas diferencias respetando la autonomía y libertad de las personas. Cuando la vida y mi esfuerzo me colocó en una Administración Pública y vi deshacerse todos los ideales de intervención que poseía, volví a recurrir a él y aprendí que no hay razón alguna por la que no seguir luchando. Que la vía comunitaria debe seguir siendo la clave y por ello hay que seguir insistiendo. Y mientras se consigue el cambio se pueden dar pequeños pasos, conectando en la intervención a la persona con su familia y comunidad, guiando hacia la toma de decisiones libres, facilitando la posibilidad de ser dueños de su propio destino. Pero siempre batallando por el cambio. En aquel momento en que tomé consciencia de que la Administración era un monstruo avasallador y que me alejaba de mis ideales, justo en el momento en que la idea fue clara para mí y estaba a punto de abandonar, su influencia me llevó a decidir seguir adelante y luchar desde dentro por el cambio social y real y por que las personas fueran el centro de la intervención y de las políticas sociales.
La utopía posible fue su primer libro que llegó a mis manos cursando primer curso de mis estudios de Trabajo Social, sigue siendo mi libro de cabecera y recurro a él esos días en los que la burocracia y las limitaciones me asfixian tanto que me hacen caer en el desánimo y dudar de la elección profesional. Y es que la sencillez de su método, la claridad de su exposición y su capacidad de lucha incansable reflejadas en cada párrafo son una guía en esos momentos.
Comunidad y cambio social fue el siguiente en caer en mis manos, en él busqué una dirección ya que hablaba de las distintas administraciones y organismos y como éstos podrían influir y crear cambio social. Nunca he dudado que una de las metas principales del Trabajo Social es el cambio social, y ser un mero bastón en manos de la sociedad en el que apoyarse. Siempre compartí con él la idea de que nosotros no somos los que ejecutamos el cambio. Son las personas, en su trabajo conjunto y decidido quienes logran modificar las estructuras y superar los obstáculos para ello somos partícipes, acompañamos en el proceso y respetamos los tiempos y decisiones. Respeto de tiempo, decisiones, libertad de acción… conceptos tan valiosos pero tan denostados dentro del entramado directivo y rígido que suponen las instituciones.
Gestión integrada de políticas sociales o De política abece democracia no recuerdo cual de los dos leí primero, pero lo cierto es que siempre he compartido con él la visión política de la realidad y la importancia de que la ciudadanía sea partícipe de la política diaria. Una vez en uno de sus artículos y después en una conversación virtual le capté su idea de que el Trabajo Social es política, y en realidad que cualquier decisión de las personas que modifique su vida o su contexto lo es. La política es necesario entenderla más allá de los partidos, es una forma de vida, una manera de comprometerse con la realidad y crear los cambios que tanto ansiamos.
Siguiendo fiel a mis obsesiones me leí Cambio social y participación, Marchioni aunque rondara los mismos temas nunca repetía, siempre iba más allá, profundizaba en conceptos y adaptaba su visión de la participación a la realidad del momento, por eso también tuvo en cuenta las redes sociales e internet en su pensamiento a la hora de articular formas nuevas de participación. Tanto en sus libros como en sus artículos se observaba ese ir al fondo de los conceptos sin alejarse un ápice de la realidad de la calle con la que nunca ha dejado de estar conectado.
El último libro que empecé a leer y que por el corre a corre me quedé a la mitad pero pienso recuperar es Comunidad, Participación y Desarrollo. No lo he terminado pero puedo recomendarlo con la fe nada ciega con la que lo he seguido.
Yo no soy de fe ciega ni de admiraciones locas, lo he seguido por que comulgo con su pensamiento y por que fue el primer autor que supo poner en palabras lo que mi sentido común me decía. Me ha servido para crecer profesionalmente, para avanzar y para salir de atolladeros vocacionales que tan duros se vuelven a veces.
Hoy despido con este artículo a un referente, con el alma triste pero con la alegría de saber que siempre podré regresar a sus reflexiones y que una parte del concepto ético profesional y de la idea del Trabajo Social como verdadero motor para el cambio con la gente sigue vivo en mí y seguirá marcando mi linea de trabajo siempre.
El día que sienta que me he alejado, que no creo en el poder de la gente, que no trabajo para que la gente sea libre y autónoma. Ese día que sienta que el horizonte se ha perdido y no lo puedo recuperar. Ese día, abandonaré esta profesión. Pero espero seguir siendo fiel a la ética y al Trabajo Social con mayúsculas hasta el fin de mis días como hizo él.

Iris de Paz
Trabajadora Social

El Trabajo Social en Estado de Alarma.

Estos días en los que se ha declarado el estado de alarma en el país por emergencia sanitaria, he observado varias cosas en las redes, por un lado a las y los profesionales del Trabajo Social preocupándose por las medidas que el gobierno va a poner en marcha para atender a colectivos con especial vulnerabilidad y por otro a personas ajenas a la profesión pensando que los que ejercemos la profesión estamos en nuestras casas .
Me parece un momento más que oportuno para explicar nuestra función en momentos como este.
Para empezar es importante reseñar que las y los trabajadoras sociales actuamos normalmente en situación de emergencia, pero suelen ser de tipo personal y/o familiar, por lo que cuando se dan este tipo de sucesos a un nivel más global solemos estar capacitados para intervenir. Un profesional del Trabajo social en emergencia deberá mantener la tranquilidad, saber resumir y exponer la información de forma clara y sencilla adaptada a las distintas capacidades, siendo necesario que sepa priorizar y organizar los casos, saber transmitir indicaciones y tener capacidad de liderazgo.
Estas habilidades deben conjugarse con las acciones especificas que se darán dentro del servicio o institución que realice su labor.
La emergencia actual tiene un matiz con el que no habíamos intervenido antes, es que es necesario el aislamiento dentro del domicilio pero a su vez es necesario acceder a prestaciones y apoyos específicos. Para esto se está utilizando en muchos lugares la intervención telefónica. Hay muchos colectivos que el aislamiento tiene un doble efecto, por ejemplo las personas mayores o personas con discapacidad, por lo que acceder a ellas por lo menos por esta vía nos permite hacer un seguimiento de su situación. Es importante que en estas llamadas aportemos información clara y precisa ayudando a eliminar los bulos que crean desinformación y alerta. Haciendo hincapié en estos casos la importancia de seguir a raja tabla la medida de no salir de casa poniendo a su disposición las acciones necesarias para cubrir necesidades que impliquen salir del domicilio.
Otro colectivo que nos preocupa son los menores de familias desfavorecidas que accedían al servicio de comedor y que con esta medida teníamos garantizada la correcta alimentación. En este aspecto se están tomando medidas para llevar los menús al domicilio. En este sentido los profesionales del trabajo social como especialistas en la gestión de recursos se encargan del análisis de la situación y la planificación de las acciones, coordinando recursos y personas para alcanzar el objetivo.
No podemos olvidar las compañeras que prestan sus servicios en el ámbito sanitario, que tienen como misión la gestión de casos, la coordinación con los profesionales dentro del sistema sanitario y la transmisión de la información a la familia, a las que ayudan también en la gestión de recursos para la atención de los enfermos en sus casas. Su labor está siendo vital en estos momentos de crisis sanitaria
No sé si muchas personas han pensado estos días en aquellos que están en la calle, pero muchas compañeras han manifestado su preocupación al estar doblemente expuestos a la enfermedad por que no tener una vivienda propia donde cobijarse en estos momentos es vital, más allá de la exclusión que supone esta situación. A parte, en los centros de acogida pueden darse hacinamiento lo que favorece la transmisión del virus. El trabajo de las compañeras ahí es vital, no solo facilitando el acceso al recurso, sino apoyándoles en la integración en el mismo y facilitándoles la medidas necesarias para que estén seguros. Así como servirles para la contención emocional en el caso de que lo requieran, dado que una situación de este tipo es doblemente impactante para las personas sin vivienda.
No olvidamos como profesionales de lo social a las personas extranjeras que están en los CIE`S, seguimos luchando por su erradicación y la consecución de condiciones dignas para ellas. En este aspecto desconozco que se está haciendo en la actualidad pero sin duda las profesionales del Trabajo Social tenemos mucho que aportar en este ámbito en tanto y cuanto no se eliminen (para lo cual seguiré manifestándome en donde sea menester)
La población reclusa también está pasando un mal momento, al estar doblemente aislados al no poder recibir visitas durante este tiempo. Desde el servicio de Trabajo Social en las cárceles es importante el apoyo a estas personas facilitándoles la información correcta con tranquilidad y abriendo espacios de diálogo e intercambio que les permita llevar la situación lo mejor posible, siendo empáticas con su realidad.

Iris de Paz
Trabajadora Social

Trabajo Social y feminismo una historia en desarrollo


El mundo está convulso, las posiciones cada vez más distanciadas y la comunicación cada vez más agresiva. Hecho en falta el debate sosegado que se mueva en una especie de danza entre dos bailarines: el que escucha y el que habla intercambiándose durante la melodía de las ideas. Pero esta agresividad en la comunicación se ve alentada constantemente en las redes sociales, que amparados por la distancia con el interlocutor o el anonimato permite carecer de tacto, de empatía y llevar la conversación a ataques personales.

Esta realidad no está ajena al Trabajo Social, a pesar de que como profesionales debamos estar entrenados en escucha activa, fomentemos la comunicación asertiva entre nuestros usuarios y usuarias o hablemos constantemente de empatia y comprensión. Y me produce un profundo dolor ver a profesionales agrediéndose verbalmente cuando se plantea una discusión desde perspectivas o valores diferentes.

Un tema de gran controversia en estos días es el Trabajo Social con perspectiva feminista, no entro en debates en redes sociales pero si leo los comentarios lo que me ha permitido hacerme una idea de ambas posturas. Aprovecho el espacio sosegado que supone para mi este blog para expresarme a este respecto.

Primero decir que respeto a todas las compañeras aunque no comparta su postura, no desvalorizo su capacidad profesional por el simple hecho de que no compartan esta visión. Todo en la vida tiene un proceso y quizás todavía no han pasado por el mismo que pasé yo, cuando poco a poco fui dando nombres a pensamientos y entendiendo que sí me definía como feminista. Las respeto como seres humanos pensantes al igual que hago con mis usuarias.

Desde esta aclaración previa les explico por qué considero que el Trabajo Social es o debe ser feminista:
Para empezar considero que no es algo nuevo, ni una moda o tendencia, en realidad hemos sido feministas desde nuestros orígenes y sin saberlo. Por un lado por que es una profesión creada mayoritariamente por mujeres y por otro lado por que dentro de los objetivos siempre ha estado el conseguir la inclusión de todos los miembros de la sociedad, creando un mundo más justo. Las formas y la terminología han cambiado por que hemos ido desarrollándonos paralelamente a la evolución histórica, pero si lo pensamos todo nos ha llevado a este momento en el que le damos un nombre específico a algo que siempre ha estado latente.

Además es importante decir que el Trabajo Social feminista no busca la segregación, al contrario, busca la integración en condiciones de igualdad entre hombres y mujeres, siendo conscientes que la historia nos ha relegado a un segundo plano, despojándonos de valor y usándonos como moneda de cambio en multitud de circunstancias como en las guerras. Ahora que me estoy leyendo el libro de Ángela Davis “Mujeres, raza y clases” estoy comprendiendo mejor si cabe la situación de explotación y sometimiento por la que hemos pasado las mujeres, que en el caso de las de raza negra ha sido doble al unirse el rechazo a su raza con el rechazo a su género.

El ejercer el Trabajo Social con perspectiva feminista no supone un peor trato al hombre. Si intervenimos con ellos a nivel individual se pondrá a su disposición todas las habilidades profesionales que poseamos, ayudándoles a remover los obstáculos que impiden su plena inserción en la sociedad. Entendiéndoles como personas usando la empatía y el conocimiento para acompañarles en todo su proceso de mejora.

Si trabajamos desde el ámbito familiar, apoyaremos a toda la familia para la consecución de sus objetivos y mejora de la calidad de vida, pero al tener esta perspectiva en mente seremos capaces de detectar cuando se están dando situaciones de desigualdad dentro de la familia, que a veces por temas culturales o desconocimiento están suponiendo un sometimiento de la mujer dentro de las dinámicas familiares. Al detectar podremos trabajar y educar en este sentido, rompiendo las barreras limitantes de la falta de conocimiento para que puedan como familia superar este hecho y crear una relación de igualdad y positiva. Pero también nos permitirá identificar situaciones más graves, como maltrato psicológico o físico, detectando los primeros indicadores que a veces ni la persona que la sufre se ha dado cuenta. A partir de ahi podremos empoderar, buscar alternativas y permitir a la mujer que tome la decisión de salvaguardarse de una situación totalmente lesiva hacia ella. Me dirás, tú, que no estas a favor del Trabajo Social feminista, que no hace falta serlo para llevar a cabo estas acciones. De acuerdo. Y yo te pregunto ¿no será que estás haciendo Trabajo Social con perspectiva de género y no eras consciente? Ahí lo dejo, reflexionemos juntas.

Buscar la dignificación de la mujer es vital para nuestra profesión y el objetivo principal que es alcanzar la Justicia Social, esta sin equiparación de derechos y oportunidades será imposible de alcanzar.

Finalmente considero que desde cualquier profesión y lugar en el que estemos debemos ser conscientes de papel secundario al que nos han relegado a las mujeres. Nos metieron en las casa para excluirnos de la vida pública, nos dificultan el acceso al mercado laboral al dejar en manos de nosotras todas las responsabilidades de cuidado de la familia, nos ocultan de la historia obviando nuestra intervención en grandes hitos y en detalles significativos que han supuesto un avance de la humanidad, nos crearon un techo de cristal hecho a nuestra medida para que no ascendiéramos en las empresas, nos dejan al margen de casi todo cuando cumplimos más de 45 años sufriendo un doble aislamiento en esta sociedad que no es capaz de analizar y dar valor a lo que cada ser humano lleva dentro.

Y siendo conscientes de todo eso debemos seguir luchando para tener el lugar que nos corresponde, trabajando de igual a igual hombres y mujeres, superando lo que las etiquetas de género nos imponen y poniendo la mirada en el ser humano que es capaz de cambiar su realidad y aportar su grano de arena para que el mundo sea más flexible, igualitario, inclusivo y justo.

Esta lucha se puede y se debe hacer desde muchos frentes, pero sin duda el Trabajo Social feminista es una gran herramienta que yo he decidido aprender a usar para por medio de él poner mi granito de arena y cambiar la realidad que tengo más a mano. La realidad de la desigualdad entre las personas pero también la de la falta de empatía y respeto en la comunicación.

Espero que me escuches o me leas desde el mismo lugar que te escucho a ti. Desde la tolerancia y el respeto.

Iris de Paz
Trabajadora Social

El sistema, un monstruo que arrasa. Ideas para combatirlo desde dentro


Cuando acabé la carrera hace veinte años decidí que quería trabajar en lo público. En mis años de estudiante fraguó la idea de que los servicios sociales deben ser ofrecidos a la ciudadanía desde el sistema público bajo criterios de calidad, con el objetivo principal de eliminar las desigualdades y garantizar a las personas una base de dignidad, calidad de vida y bienestar que les permita alcanzar sus sueños, ser felices y vivir plenamente independientemente del lugar o la condición desde la que partan.
Veinte años después y tras dieciséis de experiencia desde lo público sigo hablando de conseguir sueños, de ser feliz, de dignidad, de justicia social y de calidad en el servicio. Tantos años después siguen intactas las creencias a golpe de esfuerzo y de contraste con la realidad.
Tras este tiempo me reafirmo en la idea de que el sistema está desvirtuado y no sirve como herramienta para eliminar las desigualdades. En ocasiones es una gran apisonadora que juega, agrede, reduce y excluye. Arrasa con las personas que no entran en los límites que establece y elimina vocaciones y sueños de profesionales que van dejando en él muchas veces su salud.
Este monstruo necesita manos y es muy difícil luchar contra él para mantenerte firme. Complicado pero no imposible. El costo es alto pero si creemos en la justicia social no podemos dejarnos vencer. Es necesario saber que el sistema público de servicios sociales está dirigido por un sistema mayor, el capitalismo feroz, que excluye al que no es productivo, que le da igual las circunstancias personales y que dirige la responsabilidad de la exclusión al individuo obviando los factores sociales que influyen en las diferentes realidades.
La mayoría de las veces que realizamos informes para acceder a recursos sociales o económicos usamos el término exclusión. La lucha por erradicarla es nuestro objetivo principal. Determinamos factores personales, familiares y sociales que influyen en que se de la exclusión y buscamos las medidas para superar estos aspectos y facilitar la inclusión. La idea en la que llevo tiempo pensando es incluir en los informes aquellos aspectos que crean exclusión y que son propios del Sistema o que suponen un maltrato institucional. Considero que es una manera de posicionarnos más claramente con el lado en el que debemos estar y una forma más para luchar desde dentro por la justicia social sin que el monstruo nos coma.
Soy consciente de las limitaciones con las que convivo dentro de la Administración. Trabajo en base a una leyes y reglamentos que limitan y que muchas veces excluyen. Pero podemos legalmente desafiar al sistema, las vidas de las personas de las personas son complejas y no siempre entran dentro de las cuadrículas pero lo cierto es que las mismas bases que nos limitan no siempre tienen las cuadrículas herméticamente cerradas. Debemos dentro de la legalidad, buscar los recovecos para que las personas puedan saltar dentro. No dejarnos vencer por las dificultades ni transmitirlas a la ciudadanía con el mensaje adherido de la resignación. Hay un equilibro complicado pero necesario. Hacer consciente a las personas de las limitaciones y dificultades pero apoyarles para que no se rindan, busquen alternativas y luchen por sus derechos. Ese equilibrio se logra desde el acompañamiento, explicando nuestras restricciones legales como profesionales a la vez que huimos de la inercia del sistema de anclarnos al confort. El respeto, cuidado y mimo con el que se transmite la información también es clave a la hora de potenciar a las personas y su capacidad para que continúen luchando por ellas mismas. Evitar a toda costa que se sientan juzgadas. Para ello debemos pensar en cada palabra que emitimos, desarrollar una técnica de entrevista que roce lo sublime, para profundizar en su realidad, conocer los datos que nos hacen falta para el diagnóstico social sin que eso suponga herir su sensibilidad, sin que se sientan invadidos o juzgados. No olvidemos que uno de los aspectos principales de nuestro Código Deontológico es no juzgar, Nuestra deontología debe ser la base en la que apoyarnos para resistir cuando sintamos que el monstruo del sistema quiere engullirnos.
Debemos darle consistencia, importancia y trascendencia. El código deontológico no es un libro para leer y arrinconar. Necesita una consulta constante. Y hacer referencia al mismo en los informes y trámites es conveniente al igual que los principios constitucionales sobre los que se rigen los derechos básicos y sociales de la ciudadanía y que debemos defender como profesión.
Tenemos sentido como profesión por que somos necesarias para las personas. Trabajamos para luchar contra la injusticia social y ser motor de cambio. No nos dejemos engullir. Usemos la palabra, el conocimiento, los afectos, la ética, la capacidad de lucha y todas las herramienta a nuestro alcance para cambiar el sistema y evitar que éste siga dejando seres humanos fuera y totalmente indefensos.

Iris de Paz
Trabajadora Social

Empezando el 2020 con novedades en la Prestación Canaria de Inserción

Empezamos el año con buenas noticias en el ámbito de los Servicios Sociales en Canarias. Si bien todavía nos queda mucho que trabajar para erradicar el asistencialismo y poner en valor la justicia social en nuestro territorio, es necesario dar pasos aunque sean pequeños y valorarlos.
Hoy sabemos que ha habido una modificación en la Prestación Canaria de Inserción, esta consiste en que a partir del 1 de enero aquellas familias que tengan dos o más hijos a su cargo y ya percibieron la PCI en su momento, tendrán nuevamente derecho a solicitarla, ampliándose a partir del 1 de abril la posibilidad de percepción para aquellas familias que tengan un menor a cargo.
Esta es una mejora importante que unida a la creación de la renta de ciudadanía a lo largo del 2020 supondrá un aumento en la calidad de vida de los canarios y canarias y una reducción notable de los índices de exclusión social.
Hasta ahora la Prestación Canaria de Inserción tenía un tiempo limitado de percepción, en total 24 meses. Tiempo tras el cual se finalizaba el cobro de la misma independientemente de que la situación socioeconómica hubiera mejorado. Así nos encontrábamos con personas con dificultad de inserción social, que tras la percepción de la misma se quedaban en una especie de limbo y sin poder acceder a ninguna otra ayuda. No se tenía en cuenta si había menores a cargo dentro de la unidad familiar o si existía algún tipo de circunstancia que necesitara un tiempo de intervención social superior a los 24 meses para que la persona pudiera insertarse. Tampoco se valoraba que pasado un tiempo de haberla percibido y habiéndose integrado laboralmente pudieran darse hechos que le llevaran a una precariedad que hiciera necesario solicitarla de nuevo. En ambos casos la percepción de la prestación era imposible y por tanto existía un número importante de familias que quedaban indefinidamente en la exclusión social sin tener ningún medio económico al que acogerse.
Cuando pienso en el beneficio de esta medida, lo hago recordando caras y nombres. La ventaja de trabajar en los Servicios Sociales municipales es la de poder analizar las medidas valorando el impacto en la vida diaria de la gente.
Pienso en mucha gente, pero por ejemplo en una madre a la que atendí hace poco; en el 2007 vivía en Lanzarote con su pareja, tenían dos menores a cargo, la cobraron y tras los 24 meses lograron una estabilidad económica, su pareja consiguió trabajo y ella realizaba trabajos esporádicos. En 2018 se queda embaraza y viene un nuevo miembro a la familia. Antes de nacer el bebé la empresa cierra y se ve en la calle, la situación empieza a ser angustiante pero pueden acceder a la prestación por desempleo. Por diversos motivos, entre ellos la crisis personal que supone el desempleo y una historia anterior, él recae en el consumo de drogas y acaba en un centro terapéutico en la península y el matrimonio separado. Ella se viene con sus tres hijos a vivir a casa de su madre, la cual al principio la acoge sin problemas, pero tiene un carácter complicado y la situación se torna conflictiva. Tiene dificultades para la inserción laboral, no tiene derecho a prestación ni subsidio por desempleo y tampoco tenía derecho a la PCI por que ya la había percibido.
Este es un caso entre tantos que pone de manifiesto como la situación de las familias puede ir cambiando a lo largo de la vida, por lo que es evidente que esta prestación debe adecuarse a una realidad en constante transformación donde las necesidades pueden ser cubiertas durante tiempos más o menos estables o puedan resurgir.
La casuística es extremadamente variada, eso lo tenemos claro las profesionales que trabajamos en los Servicios Sociales básicos y es necesario que las leyes que garantizan los derechos sociales sean claras pero también flexibles para reducir al máximo las posibilidades de exclusión social.
Entrando en esta variedad podemos dar otro ejemplo. En este caso hablo de una familia monoparental compuesta por la madre y su hijo. Perciben durante dos años la PCI, durante este tiempo aprovecha al máximo sus capacidades y las posibilidades que desde servicios sociales municipales se les brinda, termina su formación y tras los 24 meses ha obtenido un título de Formación Profesional y un trabajo estable. Percibió la PCI del 2007 al 2009, hace 11 años. Ahora se ha quedado en desempleo, ha percibido la prestación y el subsidio por el mismo y no puede acceder a ningún tipo de ayuda. Dada su formación específica, es probable que encuentre empleo relativamente pronto, dado que además es menor de 40 años, edad en la que hoy por hoy empiezan a surgir problemas para la contratación, pero mientras tanto ¿como subsiste? Esta es otra familia que se podrá beneficiar de esta modificación.
En cuanto a las novedades de la Prestación Canaria de Inserción para este 2020 tenemos un aumento presupuestario que se reflejará en un aumento de la cuantía básica, que para un solicitante único ascenderá a 486, 90€, cantidad que irá ascendiendo en función de los miembros de la unidad familiar.
En definitiva, empezamos el año con pequeños avances que pueden mejorar la vida a muchas familias pero es evidente que la lucha por erradicar la exclusión social es larga y tiene muchos aspectos que tocar, no sólo este. Habrá que avanzar en la renta de ciudadanía, en mejorar las condiciones de empleabilidad de las personas, en aumentar los recursos sociales para trabajar con las personas para eliminar los obstáculos que le impiden la inserción y en el aumento de puestos laborales.
Pero todavía queda mucho para alcanzar la Justicia Social. Por eso desde el Trabajo Social seguiremos analizando los cambios y aportando experiencias

Iris de Paz
Trabajadora Social

Historias de una UTS: Reflejos de una guerra

Era dos personas en una, la que desvelaban sus ojos y la que enseñaba su sonrisa. La experiencia me hizo saber que en algún punto de su interior se encontrarían y que sería una fuente de aprendizaje para mí. Es mágico todo lo que podemos aprender de esas personas que se esfuerza por superar duras historias de vida intentando ocultar con una sonrisa el dolor que sale a borbotones de su mirada.
Nació en el Sáhara, esa tierra que se empeñan en hacernos creer lejana pero que está cerca de nosotras, no sólo física sino emocionalmente, arraigada con fuerza en nuestra historia.
Podría haberme quedado con la imagen que a simple vista proyectaba: pensamiento desorganizado, habla sin control, ansiedad en los movimientos. Alguien difícil de entrevistar y poder desentrañar lo que demanda. Pero siempre he pensado que en estos casos, que muchas veces son el reflejo de un problema de salud a nivel mental, es necesario conectar con ellos, hacerlos sentir importantes y para empezar no hay nada mejor que rescatar el niño que todavía hay dentro de esa persona.
Esta vez, no fue distinta para él, conectar con el niño que fue sirvió para que se abriera y centrar la conversación, sentirnos partícipes de un momento de conocimiento mutuo desde el cual iniciar la intervención. Pero para mí fue distinto, nunca había conocido a un niño con tanto dolor, tan activo en su presente y que siguiera intentando recuperar su infancia.
Contaba con seis años cuando en el Sáhara estalló la guerra, lo arrebataron de las faldas de su madre para convertirse en niño soldado. Cuando me explicaba lo que había vivido se encogía y se agarraba la cabeza como si estuviera pasando en ese mismo instante. Me habló de lo que sus ojos de niño tuvieron que ver, gente morir sin poder hacer nada, cabezas estallando tras un disparo a bocajarro, sangre, sufrimiento. No me hablaba de sí mismo, me narraba las imágenes de sufrimiento de otros seres humanos que se quedaron grabadas a fuego en su retina. El miedo era tan grande para ese niño que iba creciendo en ese horror que casi estaba anestesiado de cualquier tipo de sentimientos.
En la preadolescencia pudo venir a España, ante él un mundo de oportunidades, una vida más tranquila, posibilidades de estudiar, de crecer sanamente. Pero ¿cómo supera un niño el horror? En una época sin recursos psicológicos al alcance y una familia centrada en la supervivencia más básica no había muchos caminos abiertos para él, o por lo menos él no los pudo ver. Sólo encontró el camino de la droga y la delincuencia. Su padre, que no sabía qué hacer ante una realidad que no se había planteado, solo se le ocurrió devolverlo al Sahara como medida desesperada para alejarlo de ese mundo.
De vuelta, a su tierra natal, pero desarraigado de todos lados, no encontró en el desierto la paz que su padre le había enviado a encontrar. La guerra ya estaba en su mente y el efecto devastador de las drogas ya habían dejado secuelas. Cualquier ruido es un disparo del pasado, el rojo es la sangre fluyendo de un cuerpo extraño imposible de parar, el silencio es la muerte en cada esquina.
Ahora, en la quietud de Tenerife, su mente está enferma fruto del dolor y de una guerra que nunca acaba para él. El cobijo que busca es el de la comprensión, el de una mano amiga que le acompañe.
Y yo aquí, desde una Unidad de Trabajo Social de Zona, que quieren enfriar con el desborde constante del asistencialismo, me niego a ver solo un número de ficha social, a dar solo una respuesta administrativa. Hoy seré esa mano que le permita sentirse reconocido, mirarlo directamente a los ojos y transmitirle que entiendo por qué se siente así. A partir de este punto de conexión, ya iremos viendo como caminar juntos.

Iris de Paz
Trabajadora Social

Cuidado, el virus de la burocracia sigue avanzando

Llevo 16 años trabajando en los Servicios Sociales municipales y siento tan vivo como el primer día el temor al contagio. Ese contagio que no sabes como se produce pero que fluye veloz por todo tu sistema y que contamina hasta el último rincón de tu cerebro, modificando tu ideología y bajando al mínimo defensas y energías.
Al inicio de esta aventura profesional pensaba que estaba inmunizada, que había algo en mí que impediría ser atacada por este virus, fue quizás la inocencia de la juventud que nos hace creer invencibles, pero con el paso del tiempo la tranquilidad de creer poseer una barrera invisible ha ido dando paso a un aumento de la desazón por no saber con exactitud como puede iniciarse la infección.
A pesar de este miedo constante que parece perseguirme cada mañana, sigo aquí, porque creo firmemente que los Servicios Sociales son un derecho que debe estar gestionado desde lo público y ser la base para una sociedad igualitaria sustentada en la Justicia Social. A veces creo que esta creencia puede ser una pequeña vacuna para evitar la “enfermedad”. Pero no sé si es suficiente. Seguramente no, ya que el sistema manifiesta un fuerte control e intenta todos los días que seas contagiada.
La burocracia es el arma más poderosa que contiene el sistema, con ella desposee de identidad a la persona usuaria del servicio y deja a la mente del profesional totalmente abotargada, llena las mesas con millones de requisitos y papeles que cumplimentar y hace casi imposible el salir al barrio, hábitat natural de la trabajadora social. Así se consigue que la profesional también marque una distancia suficiente que evite la implicación en los problemas del otro y en casos extremos este sea visto como un “ser maléfico” que lejos de querer solucionar sus problemas quiere amargarte la existencia laboral. Una existencia que la burocracia te promete somnolientamente apacible. Para el virus es mucho más fácil infectar si no puedes ver en el que tienes delante a un ser humano como tú, con penas y alegrías, con objetivos, con sueños, con capacidad.
Llevo estos dieciséis años buscando píldoras que tomar que eviten que caiga en este problema. Los momentos más dramáticos de mi vida profesional los he vivido cuando he pensado que había sido infectada. Me levantaba con una desgana brutal, salía a la calle y sólo veía grises, sentía ataques constantes de las personas que atendía y parecía que nada tenía solución. En esos momentos de incipiente contagio siempre he recurrido a los días de vacaciones y a la lectura para poder poner freno a esta sensación. La distancia del foco de contagio es una medida preventiva conocida desde hace siglos. Por suerte he podido determinar que eran síntomas de agotamiento, que son fáciles de solventar pero que no podemos dejar sin atender adecuadamente ya que que en ocasiones si no se le pone remedio es una de las maneras de llegar a la infección total.
En cuanto a las píldoras he descubierto que la lectura sobre el Trabajo Social es un buen remedio. Parece que te refresca la mente y te pone en guardia. Los cursos de formación con profesionales implicados y el trato con éstos fuera del ambiente laboral diario también ayuda mucho. La burocracia te va fabricando sin que te des cuenta unas orejeras para que cual burro domesticado sigas el camino. En cambio la formación y el contacto con otras profesionales te ayuda a abrir el campo de visión manteniendo el cerebro en una refrigeración constante.
También es positivo tener aficiones diferentes al Trabajo Social y dedicar una parte del día a cosas que no tengan que ver con la profesión. En definitiva abrirte al mundo y explorar otras partes de ti. El tiempo que inviertas en descanso mental y en hacer cosas que te hagan feliz es una inversión directa en cargarte de herramientas contra el virus.
Descubrí ya hace tiempo que mirar a los ojos, dejar fluir la empatía y adentrarse en los sentimientos de quien tienes en frente es vital para no contagiarte. Es verdad que el trato con la gente con es siempre fácil, que a veces eres el muro de descarga de frustraciones y como ser humano eso te afecta. Pero hay que saber tomar distancia en esos momentos y entender el sufrimiento que hay detrás de cada acto y de cada palabra. Aprender a despersonalizar la agresión verbal pero no a la persona es vital. Preguntarnos ¿porqué si dirige así hacia nosotros?¿Qué está pasando en su vida o en su mente? Y ser consciente de que somos la cara del Sistema que perpetúa su problema y que no le da solución. Las personas que acuden a nosotros desconocen que también estamos luchando para modificar el sistema y por eso nos ven parte de él. Debemos hacernos partícipes de su angustia y explicar que si bien nos movemos en los límites que el sistema nos marca somos conscientes como personas de su problemática y haremos lo posible ( a veces hasta lo imposible) por ayudarle a encontrar una solución. Esto no es fácil. Somos humanos y también sufrimos con los embates de lo que consideramos injusto pero es necesario aprender a hacerlo. Y también aprender a identificar cuando no podemos ayudar a una persona, cuando nuestras emociones y sensaciones nos dominan y nos alejan de la objetividad y debemos pasar la intervención con esa persona a otro profesional. Somos humanos, son humanos, debemos crear conciencia de humanidad para poder evitar el contagio.

Otra medida de profilaxis crucial es el contacto con el barrio, la calle está ahí. Como profesión nacimos en ella y no debemos dejar que la burocracia nos aleje por completo. Es difícil compaginar los tiempos para andar en los dos mundos. Intentar un trabajo de calle idílico como muchas tenemos en la cabeza es una fuente de frustración y por tanto un paso más hacia la “enfermedad” pero sí hay medidas intermedias, pequeñas dosis semanales que nos permitan no perder el contacto con la realidad de las personas para las que trabajamos.
En definitiva, trabajar en los Servicios Sociales públicos a veces es una lucha contra el sistema y contra tus miedos para no caer en la deshumanización y no convertirte en un autómata de lo público. Los Servicios Sociales deben ser públicos y de calidad, cercanos a la gente, hechos para las personas y por las personas, por eso no podemos dejar en ningún momento que el virus de la burocracia nos infecte y perdamos nuestra capacidad de empatizar, la cual debemos reflejar en un trato exquisito a las personas usuarias de los servicios.
Hoy, dieciséis años después sigo luchando por mantenerme inmune. Ha sido difícil, es un trabajo constante, pero sé que no estoy sola. Grandes profesionales siguen en esa línea y sé que seguiremos batallando por que la humanidad, la calidad, el buen trato y la efectividad ganen la partida en los Servicios Sociales públicos.

Iris de Paz
Trabajadora Social

El Trabajo Social y su función en emergencias

Estamos viviendo un agosto trágico a nivel medioambiental pero también humanitario, las llamas arrasan gran parte de Gran Canaria y parece imposible detener el fuego. Esto supone un drama de dimensiones incalculables para nuestra tierra, caracterizada por una gran riqueza medioambiental, pero también para las personas que viven en los pueblos por donde está pasando el incendio, ya que además de verse desalojados de sus casa por unos días, hay familias que han perdido todas sus pertenencias por el fuego e incluso sus medios de vida, ya que algunas personas se dedicaban a la agricultura y ganadería.

El panorama es desolador y el trabajo de todos los profesionales encargados de apagar el fuego es constante y casi sin descanso, habiendo una gran implicación de todas estas personas.

Pero en estos momentos de emergencia es necesario recordar el trabajo que muchos profesionales del Trabajo Sociales están haciendo a pie de calle. Un trabajo callado pero que es fundamental.

Las profesionales del Trabajo Social sabemos perfectamente lo que es intervenir en condiciones extremas, en muchas ocasiones trabajamos con personas y familias en crisis por lo que apoyarles a mantener la calma, facilitar información y propiciar acciones efectivas para superar la situación son actividades familiares para nosotras.

Cuando la crisis o la emergencia supera el ámbito personal o familiar y afecta a un gran número de personas nuestra intervención suele ser parte de un dispositivo de emergencia coordinado por una administración pública en la que suelen trabajar trabajadoras sociales por lo que se les incluye en este plan. Nuestro trabajo va dirigido directamente a la valoración de la situación de las personas, saber sus necesidades para satisfacerlas en la medida de lo posible, mantenerlas informadas y coordinar las gestiones en los casos de desplazamiento de las familias fuera de sus viviendas. Podemos estar en la emergencia como parte de la administración, por parte de ONG, como Cruz Roja y como parte de un grupo especializado puesto a disposición por los Colegios Profesionales, ya que cada vez más se cuenta en los mismos con la creación de equipos especializados en emergencias para poner a disposición de la ciudadanía.

En líneas generales y simplemente para que se hagan una idea aquellas personas que desconozcan la intervención de las y los trabajadores sociales en emergencias, nuestras funciones son:

1.-Valoración de la situación de necesidad:
Cada familia tiene unas necesidades diferentes pero también unos recursos distintos para enfrentarse a la situación. En estos momentos es vital saber cómo está viviendo la persona el hecho, si está en estado de shock o si es consciente de la realidad. Este trabajo va a diferenciarse en el caso de que la emergencia haya supuesto algún problema físico o sanitario o incluso si ha habido fallecimientos de personas cercanas. Esta valoración es completamente distinta en casos como accidentes de aviación o desalojo en incendios. Concretando en la situación actual en Gran Canaria habrá sido importante determinar si tienen familia que los acoja o no, y por tanto saber qué personas se quedarán en los sitios habilitados al efecto y cuales irán a domicilios de familiares. En referencia a estos últimos también es importante saber sus datos de contacto para mantenerlos informados y para la intervención posterior a la emergencia. Las trabajadoras sociales seguiremos trabajando con las familias que lo necesiten después de resuelta la situación.

2.- Tareas de contención y apoyo emocional
Es evidente que el estrés y la angustia por la que pasa una persona en esta situación puede llevarle a perder los nervios o entrar en estado de shock, por ello el profesional del Trabajo Social que se dedique a emergencias debe estar formado para identificar las reacciones y emociones, y así poder trabajar en esta primera contención o derivar a las profesionales de la psicología que también estarán en el lugar en los casos que se valore la derivación.

3.- Acompañar en estos momentos e iniciar la intervención social en los casos que se vea necesario es una de las tareas íntimamente relacionadas con la anterior, iremos viendo desde aquí con que familias será necesario.

4.- La información es vital en estos momentos, ésta reduce la ansiedad y angustia de las personas pero además es un derecho fundamental. Es necesario estar al día de toda la información del hecho y de los pasos que se irán dando. Hay que adaptarla a cada persona y constatar que la entiende. Debemos ser capaces de adaptarnos a adultos pero también a menores, en muchas ocasiones los padres y madres están emocionalmente desbordados y nos pedirán que seamos nosotras las que le contemos a los niños lo que pasa.

5.- Como mediadores natos que somos, realizaremos esta función, seremos el vínculo entre las personas afectadas y las administraciones u otros profesionales por ejemplo de los cuerpos de seguridad del estado o de los bomberos/as.

6.-Gestión de los recursos necesarios para hacer frente a todas las necesidades de las personas afectadas, tanto de aseo, de comida, de descanso etc

7.- Evidentemente todo el trabajo que se esté haciendo por los distintos profesionales implicados y personas voluntarias debe estar coordinado, por lo cual estaremos presentes en los equipos de coordinación y de toma de decisiones, para poder transmitir la información tanto desde las personas afectadas a las profesionales como viceversa, pero también para tomar decisiones en cuanto a como realizar evacuaciones, retornos a las viviendas o gestión de recursos ya que manejamos gran cantidad de información útil para tomar decisiones.

Viendo con distancia todas estas funciones podemos hacernos una idea de lo que las y los profesionales del trabajo social están realizando estos días en Gran Canaria. Somos una profesión que puede aportar grandes beneficios a la sociedad en momentos tan delicados como éste y que además cuenta con profesionales implicados en la formación continua para hacer esta labor.

No quiero acabar este artículo sin manifestar mi dolor por la pérdida medioambiental que está suponiendo este incendio para todas las personas que amamos esta tierra y mi apoyo para las personas que han perdido viviendas o animales que eran su modo de vida o mascotas. Así como el agradecimiento a todo el personal que trabaja para extinguir el fuego y las profesionales de Trabajo Social que están poniendo su energía en mejorar las condiciones de las personas desalojadas.

Y como el Trabajo Social también tiene una función educativa recordar que es una misión de todas y todos la protección del medio ambiente y reducir nuestro nivel de consumo hacia uno más responsable con la naturaleza. ¡Animo Gran Canaria, estamos contigo!

Iris de Paz
Trabajadora Social